Disco crepuscular, por el tono de sus composiciones y por ser el que pone punto final a la carrera de
Blur. Atípico también, porque los
Blur que firman este disco no son los que inventaron el
Brit-Pop con sus tres primeros discos. Falta el guitarrista
Graham Coxon y a pesar de que estoy convencido de que es el
Mccartney del
Lennon Albarn, no se nota casi nada.
La crítica descarnada del mundo (casi mejor el mundillo) de la cultura pop que practicaban al principio, deja paso a una tristeza postcoital o mejor dicho postfestiva -tras la subida llega la bajada- que alcanza su mejor grado de expresión en este disco (mucho mejor que en el dispersísimo 13 o el pseudoamericano pero notable disco homónimo). Advierto que el mensaje de descreímiento de la cultura de masas y el consumismo puede llegar a ser antipático.
Hay que decir también que siendo yo una persona que prefiere los discos de canciones a los de ambientes, ésta es la excepción que confirma la regla. Hasta tal punto que me sobra el single Crazy Beat, la enésima copia de Song 2 (cuánto daño hizo esta canción, señores) y que no está nada claro que pinta aquí. Sobre todo teniendo en cuenta que la principal influencia del disco es la música negra e incluso un africanismo adelantado a su tiempo -viendo lo que ha venido después-.
Etiquetas: Blur, Britpop, Damon Albarn, Graham Coxon, Think Tank