Tachenko en el Savoy

Si comenzase este post en plan los Tachenko son buena gente (podría decir son maños y algo tienen los de allí que yo tengo un medio-hermano en esa tierra blah blah) que son como esos colegas que ves de pascua en ramos, pero que siempre estás cómodo con ellos no les haría justicia. Porque antes de todo eso son unos profesionales como la copa de un pino.

Eso lo podéis en sus discos donde vais a encontrar bonitas canciones que no son powerpop, no es easy-listening, no es pop de arreglos, no son hijos de los noventa, no es un revival de los buenos grupos españoles de siempre. O al menos no es sólo eso. O más bien todo a la vez y oh maravilla cada pieza encaja en su sitio.

Luego están los directos que es donde se mide el alcance de Tachenko. Todo suena con la precisión de un reloj bien afinado pero a la vez muy suelto. Como si hacer canciones como ésta fuese sencillo después de todo. Entrelazando guitarras, coros y estribillos varios ad infinitum, manejando una fórmula de la que -como ocurre con todos los grupos buenos de verdad- se me escapa cuál es su composición.

Ayer estuvieron sobrados tocando sobre todo su último y notable disco al que añadieron 4 joyas (El coche real, Mordekai, Afganistán y Amable) de Nieves y Rescates y un par de la nieve en los Urales (sí, y algún otro tema más de los otros LPs). Versión de Nacho Vegas (estaba entre el público junto con Natalia Nosoträsh) que sonó un poco como los temas buenos de La Guardia, un espontáneo bailando break-dance con la trenka puesta (hacia un calor en el Savoy que licuaba uno!) y poco más se pudo pedir. Lo único no haber madrugado hoy.