I once had a dream so I packed up and split for the city

domingo, octubre 02, 2016

El circo


Me voy dar el gustazo de comenzar un artículo admitiendo mi propia ignorancia. Y es que me estaba preguntando -sin hallar respuesta- cuáles son los principales referentes históricos de ese tipo de conciertos en el que se ofrece un espectáculo un tanto teatral, por así decirlo, complementando al contenido musical siempre presente en este tipo de eventos. Digo yo si ésto viene del cabaret (del que no tengo claro si más que venir volvemos a él de manera cíclica) , del music hall quizá...se notan todos esos discos de los kinks que me zampé en estos años.

Estoy hablando de gente como Devo, Madness quizá, los b52s, peter gabriel, el rock and roll circus de los stones...y las mil astracanadas que podemos encontrar hoy en día en los escenarios grandes, en garitos o en fiestas de prau. No me puedo resistir a ir un poco a lo local también y comentaros el éxito de gente como la cirigüeña (grupo favorito de mis suegros) o el chaval este que canta asturaniaes pasándoles por el filtro pop y vestiu con ligueru. Y perdón porque cssi se me olvida Tino Casal que da para un punto y aparte. 

Creo que en España ese tipo de grupo teatrero abunda sobre todo en los ochenta, con cosas como los inhumanos, peor imposible o ahora que pienso los siniestro total. Aunque pueden parecer otra cosa, sí que es verdad que como bien decía Julián ellos fueron los primeros en inventar el grupo con temática de chiste y que luego vinieron muchos imitadores, buenos como los refrescos y malos como los hombres g. 

Con un pequeño salto podemos enlazar ahora con mi época moza, con todos esos grupos de finales de los noventa principios de los horriblemente llamados los ceros que formaron algo llamado la removida. A mi parecer fueron de los mejores meteosat, frescos, divertidos y todavía se pueden seguir escuchando. El movimiento derivó en una bandada de grupos electro guarros (grandes the movidas) que llevaron al extremo el discurso en cuanto a estética y contenido de letras.

No tengo muy claro cuál era la recepción del público a aquellos conciertos. Yo recuerdo pasármelo teta con Astrud, con el pingüino y demás pero vaya siempre hubo mucha gente que decía paparruchas a todo. Algunas opiniones eran razonadas y respetables, otras simplemente amantes del canon más rancio, pedantes o puristas. O todo a la vez.

Ahora ya pasaron los años (hay herederos como lol) y como decía Manolo de Astrud hay cal y arena. Lo que distinguía lo bueno de lo malo era lo de siempre:las canciones. Los Flaming Lips partieron la pana gracias a race for the price, la bola de hámster humana gigante de sus directos  ayudaba pero no dejaba de ser una anécdota. La verdad que tardé años en darme cuenta de ello pero lo peor que puede hacer un grupo para intentar animar un concierto es montar un circo sin tener mucho que ofrecer. Un poco lo que hace Justice o como cuando vi a Brett Anderson pretendiendo que el público cantase en la primera canción de un concierto de Suede (curratelo más macho).

Todo esto para decir que en el PSOE prefirieron montar el circo antes de tener siquiera el repertorio listo. No creo ni que tengan una simple melodía en la cabeza de por dónde tirar...lo que me entristece a muchos niveles y sobre todo porque podría estar escribiendo sobre la canción que da título a este post( de mis queridos nacha pop,versionada por Fangoria) en lugar de reflexionar sobres las grisuras de Pedro y Susana.



martes, julio 12, 2016

El porqué de que no me guste EL ROCK


Llevo una temporada queriendo escribir de lo de Axel Rose con AC/DC. Parece un blanco fácil y de hecho lo es. La visión del cantante -más hinchado que henchido de satisfacción- sentado en un trono con la patachula al más puro estilo imperial, mientras el resto del grupo actuaba a su alrededor hacía saltar las alarmas del purismo roqueril. Es un circo, dicen. Como a un cristo dos pistolas hubiera dicho mi padre.

Lo que igual no se menciona tanto es que esas arenas que reciben a los ilustres australianos, se lleva reprensentando un espectáculo circense desde hace tiempo. En el que por supuesto el público toma parte, exceso de testosterona mediante, garrulismo de masas al fin. Ley del piñón fijo, repartir c arnets , y lo que son nueces pocas, muy pocas. Y yo hoy sí, vengo a meter un poco de ruido: no me gusta el ROCK (pronunciése con el mismo ímpetu con el que se dice HERÚES del silencio).

Bien sé yo que los de la corriente alterna tienen más de una canción y discos buenos. Pero es que en el contexto de que les estoy hablando, esos estadios como magma de cuñadismo, topicazos y lugares comunes, eso no tiene la menor importancia. Lo relevante e imprescindible es la grandilocuencia, el virtuosismo convertido en fin y nunca en medio y sobre todo  el exceso. Como sucede en este video donde un muro el músculo del jefe nos deja ver lo justo el cerebro de Bittan. 

No se engañen conmigo: que yo tengo claro que hubiera caminado 47 millas sobre alambre de espinos, me hubiera puesto la corbata de serpiente, construido una casa con calaveras y todo eso sólo para preguntarte ¿a quién amas tú?, pero que lo repito que lo de EL ROCK va de otra cosa. Y volviendo a lo de Springteen, el mismo lo dice: escucho a mi gafudo preferido antes de cada concierto. Según el jefe es para mantener la honestidad, una palabra preciosa que nada tiene que ver en mi opinión con el autoritarismo de la autenticidad, sambenito con el que se nos flagela a los de mi ralea.

En fin ya es verano, veo claro que como siempre no se me explico bien o no todo lo que debería. Mejor así. Hágamos una única concesión a la nostalgia para cerrar ésto: Doctor Music 1998. Lou Reed en el escenario. No son pocos los discos suyos que escuché en mi vida, todavía lo rastreo aquí y allá. Aún así hay algo en aquel concierto que me impide conectar -un sólo de bajo absurdo, llovía- y sí, acabo yendo a ver a Nosoträsh. De aquella no me daría cuenta pero hoy en día lo veo claro: fui repelido por el auténtico campo de fuerza de EL ROCK.


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jueves, abril 21, 2016

Sobre la necesidad de escribir sobre las muertes


Si antes hablábamos del regreso, antes sale el tema del punto de no retorno más común que existe: la muerte. Redención, tabú, espectáculo y tendencia. Telón final (¿o telonero?) del malditismo. Aprovechamiento hasta límites insospechados de la parca por el mundo de la cultura.

Pero no vengo a hablar del Music Kills Me de Rinocerose ni de Pink Moon de Nick Drake sino a reivindicar el derecho a quedarse callado ante una defunción como la de Prince hoy. Que necesidad hay por ejemplo de que yo comparta otro fatídico día en las redes sociales que el piano de Changes de Bowie es sublime en tanto que empieza sencillo, se complica, se complica, se complica y entonces ¡toma estribillo!. 

Hagamos un esfuerzo de rata de biblioteca -recordemos que en tales lugares se conceden en préstamo nada más y nada menos que esos extraños artefactos, los CDs- y aceptemos que no hay valor añadido en que yo hoy haga algo diferente de ponerme los discos de Prince o ver sus vídeos.

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lunes, abril 18, 2016

Hay que volver


No sé por dónde empezar. Ahora que todos los tiempos son históricos, que todo es  grande y todos los récords, los giros de 180 grados están a la vuelta de la esquina para nuestro asombro no me queda más remedio que volver. Sin haberme ido, es lo que queda: seguir para que quede claro que ni Karl Popper ni hostias. Si se cae la civilización occidental nos va a pillar o haciendo lo de siempre o escuchando a los mismos. Desesperados pero con elegancia.

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martes, octubre 21, 2014

La música del coche de mi padre

Para estar un poco más a mis anchas en esta época de carpooling que nos ha tocado vivir, llevo conduciendo desde hace un par de años un utilitario quasiheredado de mi padre. Un Astra de más de diez años de conducción un tanto torpe, siendo reforzada esa sensación por el hecho de que el modelo en cuestión -quizá adquirido bajo la influencia de la primera ola culona de los noventa con JLO a la cabeza- es el de maletero grande.

El acabado es tosco, todavía quedaban lejos los apañados interiores que se gastan los Opel hoy en día. Prueba de ello es que -siendo un anacronismo ya en aquellos años- no viene equipado con un reproductor de compact disc. Lo que me lleva a tener que acarrear una sinfín de cintas de vistosos coloridos y llamativas portadas algunas obra mía y otras de la familia política. Con su característico ruido de cajas chocando entre sí, producido por el traqueteo vinculado a lo irregular del asfalto. Esta crisis es también la era del bache.

A lo que voy es que para quitarme de encima todas esas cintas me compré un reproductor MP3 muy muy básico de los que funcionan por radiofrecuencia. Comprimí unos cuantos discos y por qué no decirlo -si quiere que venga a por mi la guardia civil que tengo unos cuántos discos originales más que ellos con toda seguridad- me descargué otros tantos. No fueron LPs al azar sino que los fui seleccionando sabiendo que serían del gusto de mis padres. Pocos placeres hay mayores que el gusto de tomarse el tiempo necesario para prepar una lista canciones, pensando en la reacción que producirán en el oyente. Se podría llamar el sentimiento de anticipación DJ.

Está feo que lo diga yo pero no hay un disco malo. Olvidados quizá unos cuantos como el Verde de Víctor Manuel o las malas lenguas de los hermanos Auserón un poco deslucido porque no lo comprimí bien y el reproductor se queda trabado siempre. Bruno Lomas, Los Salvajes, Los Beatles, La Lupe y por supuesto Mocedades. No se puede decir el tópico ése de que hay de todo un poco porque en el fondo sólo hay una cosa: excelentes canciones.

Lo que me lleva a cuando aparco en la cochera -en el vaticano, el único edificio de Mieres capaz de competir en fealdad con el mío- y me quedo pensando un rato en la penumbra...qué cosa buena es ésa: dejar que sedimenten un poco los acontecimientos centrifugados por el día. Con el ruido de la ventilación de fondo animándome a la meditación como si de cuencos tibetanos se tratasen, me paro a darle vueltas a si es justo lo siguiente: tanto tiempo dedicado a la gran sensación recién llegada a la escena, al astro musical que genera un campo gravitatorio tan fuerte que arrastra a multitudes en peregrinación -a pesar de que en realidad no estén muy interesados ni en la música en general ni en la suya en particular- y tan poca reivindicación de la música del coche de mi padre.

Al final, no creo que haya salida a esa disyuntiva sino simplemente debemos seguir adelante: siendo conscientes de que no estamos viviendo una época histórica a cada momento pero también huyendo de la nostalgia, que tiene trampas tan peligrosas como toda esa memorabilia que apesta las redes sociales. Se trata de aprovechar los gigantes que hubo antes para subirnos en sus hombros y ver lo que lo va a venir después. El tema no es que los años nos pesen, es entender a dónde nos están llevando.

viernes, enero 03, 2014

Una causa perdida


Sea change de Beck es uno de ésos álbumes de transición tras dar el pelotazo en los que nadie se fija demasiado. Pensándolo después de tantos años, imagino que el título se refiera a un cambio de marea, a darle un cambio de orientación a lo de siempre. Muy apropiado para estos días de cuesta de enero que no deja de ser una expresión para la tristeza postcoital de la -siempre supuesta grandilocuente- despedida del año. Intentaré mantener un discurso ordenado así que demos un salto atrás y volvamos al punto de partida: en el LP ése hay un tema que es el del que vengo a hablarles hoy, se trata de Lost Cause.

Como todas las buenas canciones se puede someter a diferentes lecturas. La más superficial sería que la temática es la ruptura, qué mal lo estoy pasando nena y demás. ¿Quizá una típica canción pseudocountry de perdedores con gente que bebe y chicas que son de todos y de nadie a la vez?. A mi me gusta entenderla como una estampa del héroe cansado que sigue luchando, casi convencido de que sus esfuerzos son en vano. Como Sísifo empujando la roca arriba de la montaña una y otra vez.

Es una versión claramente subjetiva ya que mi idea es que en esta vida venimos a pasar al menos un rato divertido, contar la misma historia –con camisas hawaianas quizá- y elegir nuestra guerra particular con la que emplear el tiempo, fichando a tiempo completo o parcial. Entiendo que a mi me ha tocado en la tómbola del mundo la defensa de mi villa. Así dicho no parece una tarea hercúlea, ni algo fuera de los estándares habituales pero es que tanto y tan malo ha llovido en los últimos años…sin duda su plan es  convencernos en primer lugar de que sobra tanta gente y por ende (una ciudad está hecha de personas, no de piedras) esos mismos quisieran que tantos lugares se convirtiesen en superfluos. Créanme que estos hombres grises que nos azotan nunca se han sentido cómodos en todas estas ubicaciones que quieren hacer desaparecer.

Así resulta que yo vivo en Mieres, una villa situada en el centro de Asturias y ya vinculada siempre a un pasado industrial y minero. Paradigma de todo lo que trajo y que se llevó las trasformaciones sociales vinculadas a la extracción del mineral. Hubo miseria, tiempos de vacas gordas y de vacas flacas, épocas donde los obreros se apretujaban en hórreos porque no tenían donde vivir y otras donde los edificios se construían a sabiendas de que se iban a quedar vacíos. El milagro de la reconversión no del agua en vino sino del agua (del río negro) en agua de verdad. Rioturbio fue de golpe y porrazo una toponimia anacrónica.  Hubo de todo un poco sólo con lo que yo recuerde, que me hayan contado y que sea capaz de comunicaros con mis cortas entendederas (para explicar algo hay que superar tres duros filtros: conocerlo, entenderlo y poder expresarlo con palabras). Tengo media idea de que hasta dónde yo sé nadie se hizo rico trabajando, de que unos se dejaron la salud y de que se quedaron más mujeres viudas en los pozos que en las plazas y ruedos.

Se diría entonces que somos un pueblo de currantes, que conste que hay muchos otros y que no le doy –ni le damos más mérito- que el de serlo y el de seguir trabajando o al menos querer seguir haciéndolo. Claro que para definir lo que es un obrero, empresa que sin duda me viene grande, a lo mejor lo podemos hacer definiendo lo que no somos, trazando un esbozo de uno de los que mandaban entonces o ahora. Porque tengo la sospecha también de que vienen a ser los mismos, quizá con alguna incorporación al bando de sus amigos como lo son los llamados nuevos ricos. No puedo negar que en este grupo de personas, al mismo tiempo amados y odiados por los viejos acaudalados, algunos de los nuestros fueron enrolados convencidos de que a ellos no les aplicaba la frase aquella de que siempre las habrá. Se ve que se quitaron la boina o el casco y se les enfrío el cerebro y se les calentaron los cascos.

Hay que dejar claro que en cuanto a tipología humana aquí hay de todo eh y que lejos de mi intención está el abrir un debate identitario. Eso sólo nos lleva a lo de siempre, que es acabar discutiendo por el  nombre que tienen que tener las cosas. Dándole cancha a quien tiene por objetivo inventarse lo que haga falta. Sólo por un trozo más de pastel.  El enemigo –de existir éste- es otro y hay que tenerlo bien identificado. Algunas de las recreaciones de lo que se supone que es el hombre de las cuencas o de Asturias en general, me preocupan por lo tópico y por lo superficial. No se trata de hacer ontología de la madreña y el fajín en Asturias pero tampoco de contar nuestro recorrido como si esto fuese como la serie de dibujos de los años 80 “Érase una vez el chigre”. Repito: no basta sólo con conocer los hechos, hay que analizarlos para poder compartirlos con la comunidad. Tomen nota también de que eso cuesta dinero y tiempo.

Como tengo que ir encauzando este panfleto hacia el final y no veo la manera así que vuelvo a repetir tics y trucos, ya ven que tengo demasiados de los primeros y pocos de los segundos, y les digo lo que no quería que fuese este escrito. Desde luego que nunca jamás de los jamases hubiese querido escribir un panegírico nostálgico de los que comienzan hablando de forma melindrosa y almíbarada de otros tiempo menos aciagos, recaen en el costumbrismo de mercadillo de citar la mejor tortilla de Mieres que es la de La Gloria (es el Vendevinos pero ustedes me entienden) y concluyen con un final de esos lacrimógenos de qué feliz era cuando era un guaje y jugaba al cascayu (se suele meter algo de cuota asturianista para que quede contento todo el mundo). No es ésa mi liga y en el fondo me resulta algo todavía más irrelevante que este mismo artículo y sobre todo más cansino. Bodrios de ese estilo se escriben bien e incluso puede que se amorticen desde Gijón o La Fresneda. Gentes varias de esos que se sienten desaprovechados (¿?) en su patria chica. Luego vuelven todos henchidos de orgullo, como el marinero que se fue a ultramar a hacer fortuna. Pero no cuela, a la mayoría no los vi pasar de Gijón y el alcalde  áquel que era un zorro peligroso no era de Marina Civil sino Matemático. Simplemente son renegados a los que les gusta hacer leña del árbol caído. Basta con irse chavales, el resto es pasarse de listos.

En fin, ya no me quiero extender mucho más y no tengo claro haber cumplido los objetivos mínimos pero ahí queda éso. La idea es que yo sigo viviendo aquí en Mieres como mi causa perdida particular. Aunque los reyes quieran ahora llevarse el carbón en vez de traerlo. Ya abrirán las minas en otras ubicaciones en este marasmo deslocalizado de Dios, de eso no me queda duda. Que nos quieren hacer desaparecer o movernos a donde a los de siempre les venga mejor. Nada nuevo bajo el sol. Igual a lo pijo seguimos luchando y lo sacamos adelante. Al menos escúchense la canción de Beck. Es bonita y les hará sentir bien.

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domingo, agosto 11, 2013

Canciones para el verano 2013 I: An army of fath synths


Colores y formas. Purpurina y geometría. Millenium y Stereolab. La receta de la refrescante macedonia de Wild Honey.  Música para buscar saltamontes -o sintetizadores- y meterlos en tarros de cristal.

¿Qué tal está el disco?
Pues está muy bien, no me da la impresión de que baje del notable y la apertura del sonido a campos más electrónicos -o la influencia brasileña vía Os Mutantes- le viene de lujo a Wild Honey. Suena como un todo pero si te paras a escuchar con un poco más de atención, ves que igual hay temas para sonar en las Islas de Robinson que para sonar por detrás -como una improbable banda sonora- de un reportaje de Corazón corazón.

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